Preguntas frecuentes

Ningún envase es totalmente sostenible, dado que el proceso de fabricación necesita del uso de energía y genera desechos. Sin embargo, los diseñadores pueden hacer el envasado más sostenible si tienen en cuenta los impactos medioambientales durante el proceso de fabricación, el uso y la eliminación de residuos, al tiempo que garantizar un desempeño óptimo en la protección del producto. El principal problema aparece con el exceso de envases, que es algo costoso para los fabricantes y aborrecedor para los consumidores. Con todo, la principal función del envasado consiste en evitar el desperdicio alimentario en la cadena de suministro. Necesitamos hacer un equilibrio entre la falta o el exceso de envases. Es necesario evitar la falta de envases para reducir el desperdicio alimentario; el caso del exceso de envases también hay que evitarlo y abordar así la confusión de los clientes. Por consiguiente, al conseguir el diseño del envase ideal, necesitamos una comunicación transparente y responsable hacia los consumidores. Consiste en encontrar el punto ideal de la innovación donde se aborden las necesidades del consumidor, el impacto medioambiental, las capacidades técnicas y la comunicación transparente y responsable hacia el consumidor. La opción del material varía en función del producto, cómo se almacenará, cómo se repartirá, si necesita calor o frío, cómo se transportará, cómo se presentará en las tiendas, cómo lo usarán los consumidores y cómo lo desecharán.

El reciclado de materiales está definido en la norma europea 13430 y en la EN 16848 (adaptada de la ISO 18604) como el reprocesamiento de un material de un producto usado en un nuevo producto. El plástico que tras su uso puede recogerse, seleccionarse y volver a procesarse en nuevos productos se denomina reciclado mecánico. Otra opción es el reciclado químico, en el que los materiales se desintegran en monómeros que pueden usarse de nuevo para la producción de polímeros.

Un producto que pueden descomponer los microorganismos (bacterias u hongos) en el agua, donde se emiten gases naturales como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y biomasa. La biodegradabilidad varía mucho en función de las condiciones medioambientales: la temperatura, la presencia de microorganismos, la presencia de oxígeno y agua. La biodegradabilidad y la tasa de degradación de un producto de plástico biodegradable pueden ser diferentes en el suelo, en el suelo de climas húmedos o secos, en la superficie del agua, en agua marina, o en sistemas hechos por el hombre como el compostaje doméstico o la digestión anaeróbica.

Los materiales compostables son materiales que pueden descomponerse en condiciones de compostaje.

El compostaje doméstico crea situaciones con temperaturas mucho menores y menos estables que el compostaje industrial.
No existen normas del CEN para plásticos que sean adecuados para compostaje doméstico, pero diferentes países han desarrollado y puesto en marcha normativas nacionales para probar y certificar materiales de compostaje doméstico.

Las condiciones de compostaje industrial requieren de altas temperaturas (55-60 °C), combinadas una relativa alta humedad y la presencia de oxígeno, y son, de hecho, las más óptimas cuando las comparamos con otras condiciones de biodegradación del día a día: en el suelo, la superficie del agua y el agua marina. Hay que tener en cuenta el cumplimiento con la EN13432, como una medida buena para la capacidad de compostaje de los materiales de envasado.

Nuestro diseño de envases sostenibles permite tomar decisiones, con base en hechos, entre diferentes diseños de envases, e incluye el enfoque de los 4 pasos con parámetros para: 1. El impacto medioambiental de los materiales 2. El desperdicio alimentario 3. La aceptación del mercado 4. Costes El número y tipo de parámetros que usaremos variará en función de la pregunta sobre el negocio que nos hagan. Una pregunta sencilla sobre el peso o el contenido de reciclaje de opciones de envasado específicas necesitará usar un solo parámetro. Por el contrario, una evaluación general y comparación del producto completo y los sistemas de envasado necesitará un enfoque del ciclo de vida y del uso de un conjunto de parámetros. Los parámetros que normalmente utilizamos son: reducción de recursos, reciclabilidad, huella de los materiales y desperdicio alimentario (huella de carbono, uso de agua dulce y uso de energía). Los materiales preferidos en nuestro modelo son materiales únicos, reciclables, plásticos no biodegradables (PET, PP y PE) y cartones o pulpa biológicos/renovables. Los plásticos no reciclables (PLA, a base de almidón) ya no son los preferidos, dado que –hasta la fecha— se confunden fácilmente entre los consumidores con plásticos convencionales y acaban entre tipos de residuos equivocados y, por ello, contaminan los sistemas de reciclado. Esto se deben desechar con los restos que no se pueden reciclar y, por ello, no es una solución sostenible, dado que estos se queman acto seguido. Los materiales de envasado que se han fabricado de mezclas de materiales que los consumidores no separarían automáticamente tampoco los recomendamos.

Sí. La huella (CO2 eq. y el uso de agua) de los preenvasados superar, la mayoría de las veces, el desperdicio alimentario, debido a pérdidas en la cadena de suministro y en la llegada al minorista, en el caso de los productos agrícolas frescos. Esto es así no solo en el caso particular de los pepinos en mangas (salvo si son regionales), pero no para la mayoría de los productos agrícolas frescos. Hay excepciones, especialmente cuando la relación comida/envasado es baja, como es el caso de los productos como las espinacas, donde el preenvasado no supera el impacto de las pérdidas de espinacas no envasadas. Desde un mero punto de vista de la huella, esos productos se venden mejor a granel, aunque se pueden tener en cuenta otros factores de mayor importancia para el público, como la higiene, la facilidad de transporte, el racionamiento y la marca, que hagan que los minoristas decidan vender el producto preenvasado.

Ningún envase es totalmente sostenible, dado que el proceso de fabricación necesita del uso de energía y genera desechos. Sin embargo, los diseñadores pueden hacer el envasado más sostenible si tienen en cuenta los impactos medioambientales durante el proceso de fabricación, el uso y la eliminación de residuos, al tiempo que garantizar un desempeño óptimo en la protección del producto. El principal problema aparece con el exceso de envases, que es algo costoso para los fabricantes y aborrecedor para los consumidores. Con todo, la principal función del envasado consiste en evitar el desperdicio alimentario en la cadena de suministro. Necesitamos hacer un equilibrio entre la falta o el exceso de envases. Es necesario evitar la falta de envases para reducir el desperdicio alimentario; el caso del exceso de envases también hay que evitarlo y abordar así la confusión de los clientes. Por consiguiente, al conseguir el diseño del envase ideal, necesitamos una comunicación transparente y responsable hacia los consumidores. Consiste en encontrar el punto ideal de la innovación donde se aborden las necesidades del consumidor, el impacto medioambiental, las capacidades técnicas y la comunicación transparente y responsable hacia el consumidor. La opción del material varía en función del producto, cómo se almacenará, cómo se repartirá, si necesita calor o frío, cómo se transportará, cómo se presentará en las tiendas, cómo lo usarán los consumidores y cómo lo desecharán.